
viernes, 30 de mayo de 2008
Un cuento corto

jueves, 29 de mayo de 2008
¿A cuál de los dos reconocerías por la calle?

Curriculum de la señora de la derecha: tuvo una hija con un torero.
miércoles, 28 de mayo de 2008
¿Se puede ser más falso?

viernes, 23 de mayo de 2008
Señora baronesa, a sus pies

Ahora bien: soy capaz de batirme en duelo con quienquiera ose criticar a Doña Carmen en mi presencia. Para mí, al igual que ocurre con Su Majestad el Rey, su persona “es inviolable y no está sujeta a responsabilidad” (artículo 56.3 de la Constitución Española). Porque, gracias a la baronesa, el Thyssen está en España y no en otros países que, como Estados Unidos o Gran Bretaña, se ofrecieron en su momento para albergar tan excepcional colección de pintura.
Según leo en la propia web del museo, fueron muchos los motivos que pesaron en la decisión del amigo Heinrich de trasladar sus cuadros a Madrid, como el edificio ofrecido por el Estado español, su cercanía al Prado, las garantías de conservación de las obras, etc. Pero a mí que no me líen: fue su mujer la que debió de decirle algo así como “Heinrichito, la colección se queda en mi país por mis cohone”, y desde entonces disfrutamos aquí de centenares de lienzos de primerísimo nivel (que fueran adquiridos posteriormente por el Estado no resta mérito al asunto), entre ellos algunos de pintores que apenas podían admirarse antes en España y que se encuentran entre mis favoritos, como Munch, Schiele, Nolde o Hopper. Así que, por mí, como si a Doña Carmen le da por pasear en pelotas por la Castellana. Se corta el tráfico y se enmoqueta la calle para que no se le enfríen los pies. Yo seguiré colándome en el Thyssen con mi carnet de prensa todo-a-cien y deseando encontrarme con ella para ponerme, literal y metafóricamente, a sus pies.
lunes, 12 de mayo de 2008
Receta de hummus
Descubrí el hummus en Jordania, en un restaurante a pocos metros de la entrada de Petra. Mi mujer y yo estábamos recorriendo el país por nuestra cuenta. Todo resultaba muy barato porque apenas había turistas, acojonados por la violenta intifada y la consiguiente represión en el vecino Israel.
(Estas últimas frase, dichas así, quedan guay. Sobre todo para quien no sepa que recorrer Jordania por cuenta propia no tiene el menor mérito aventurero, dadas las buenas comunicaciones, lo pequeño del país y la seguridad mayoritariamente reinante en sus calles, y que, en cualquier lugar del mundo, un turista puede estar nadando en la piscina mientras en el edificio de al lado violan y torturan. En otras palabras, que la gente no deja de visitar Francia porque en España pongan bombas los hijoputas de ETA).
El caso es que llevo un día aburridísimo en el trabajo, pensando, por un lado, en qué escribir en el blog y, por otro, en una cita de Groucho Marx que leí el otro día (“Mejor permanecer callado y parecer tonto que decir algo y despejar la duda definitivamente”) y, como no se me ocurría nada trascendental, he optado por dejar constancia de esta fácil, rápida y sanísima receta que descubrí en internet entre otras complicadas en las que se trabajan más los garbanzos o se utilizan semillas de sésamo.
A saber: se mete en la batidora, trituradora o el aparato que uno tenga en casa para destrozar alimentos un bote de 500 gramos de garbanzos cocidos, previamente escurridos, un yogur natural, medio o un diente de ajo (al gusto de cada cual) y un chorrito de limón (ídem) y, cuando se obtiene una pasta blandurria, se deja enfriar ésta en la nevera para su posterior consumo por el españolísimo método de mojar pan (también quedaría muy guay añadir que tiene que ser pan de pita, pero es que da igual). Legumbres, lácteos, cítricos y ajo en un mismo plato por menos de dos euros.
(Estas últimas frase, dichas así, quedan guay. Sobre todo para quien no sepa que recorrer Jordania por cuenta propia no tiene el menor mérito aventurero, dadas las buenas comunicaciones, lo pequeño del país y la seguridad mayoritariamente reinante en sus calles, y que, en cualquier lugar del mundo, un turista puede estar nadando en la piscina mientras en el edificio de al lado violan y torturan. En otras palabras, que la gente no deja de visitar Francia porque en España pongan bombas los hijoputas de ETA).
El caso es que llevo un día aburridísimo en el trabajo, pensando, por un lado, en qué escribir en el blog y, por otro, en una cita de Groucho Marx que leí el otro día (“Mejor permanecer callado y parecer tonto que decir algo y despejar la duda definitivamente”) y, como no se me ocurría nada trascendental, he optado por dejar constancia de esta fácil, rápida y sanísima receta que descubrí en internet entre otras complicadas en las que se trabajan más los garbanzos o se utilizan semillas de sésamo.
A saber: se mete en la batidora, trituradora o el aparato que uno tenga en casa para destrozar alimentos un bote de 500 gramos de garbanzos cocidos, previamente escurridos, un yogur natural, medio o un diente de ajo (al gusto de cada cual) y un chorrito de limón (ídem) y, cuando se obtiene una pasta blandurria, se deja enfriar ésta en la nevera para su posterior consumo por el españolísimo método de mojar pan (también quedaría muy guay añadir que tiene que ser pan de pita, pero es que da igual). Legumbres, lácteos, cítricos y ajo en un mismo plato por menos de dos euros.
lunes, 5 de mayo de 2008
Dos pruebas irrefutables de la inexistencia de Dios
A pocos kilómetros de una casa rural, se puede dejar el coche junto a la carretera y bajar andando por un camino de cabras -pero transitable, a trompicones, en coche- los aproximadamente 100 metros que la separan de un río. Nada más hacerlo, descubres que, entre los visitantes del paraje, son mayoría los que prefieren llegar con su vehículo hasta la misma orilla. No ves a nadie anciano o incapacitado para recorrer a pie ese puto centenar de metros. Piensas en la generalización de la idiotez, pero, aun así, te fijas en dos ejemplares concretos.
El primero baja la cuesta con las ventanillas abiertas y la música a toda hostia. Aparca a dos metros del río y, por indicación de un amigo tan idiota como él, deja puesta la música para que todos la compartamos. Y el cabrón no se queda sin batería. El segundo aparece con su flamante Audi, lleno de amigos cuarentones tan idiotas como él, se sube al tronco de un árbol inclinado sobre el río y se pone a pegar saltos, de tal forma que las ramas golpean a los árboles vecinos y de todos ellos se desprende un buen número de hojas. Y el cabrón no se cae al agua.
El primero baja la cuesta con las ventanillas abiertas y la música a toda hostia. Aparca a dos metros del río y, por indicación de un amigo tan idiota como él, deja puesta la música para que todos la compartamos. Y el cabrón no se queda sin batería. El segundo aparece con su flamante Audi, lleno de amigos cuarentones tan idiotas como él, se sube al tronco de un árbol inclinado sobre el río y se pone a pegar saltos, de tal forma que las ramas golpean a los árboles vecinos y de todos ellos se desprende un buen número de hojas. Y el cabrón no se cae al agua.
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