jueves, 3 de julio de 2008

El libro "Contra la felicidad"

En relación con la reciente entrada "¿Tontos felices o lúcidos amargados?" y con las más antiguas "Piedras blancas, piedras negras" y "Una matización", fusilo a continuación una interesante crónica de elpais.es sobre un ensayo que ojeé hace poco y deseché por creerlo poco menos que de autoayuda. Tendré que darle otra oportunidad, aunque así de primeras parece un poco radical. A destacar, más que las referencias al propio libro, las citas de sus presentadores u otros autores (qué grande Flaubert):

LA MELANCOLÍA Y LA INFELICIDAD COMO MUSAS INSPIRADORAS
El escritor Eric G. Wilson se lanza contra la idea moderna de la alegría
Carolina Ethel-Madrid-01/06/2008

"Hay carcajadas que te hacen cerrar los ojos". Con esta frase contundente, el poeta Luis García Montero intentaba explicar la batalla que el profesor Eric G. Wilson ha decidido emprender en contra de la joya de la corona. La que todos quieren abrazar. La que los empresarios se empeñan en vender. La que los padres quieren para sus hijos. La que los políticos incluyen en sus discursos: la utópica y sobrestimada felicidad.

"Fue el cavernícola melancólico y retraído que se quedaba atrás y meditaba, mientras sus felices y musculosos compañeros cazaban la cena, quien hizo avanzar la cultura", afirma Wilson en su libro Contra la felicidad. En defensa de la melancolía (Taurus), que aparece en España en esta feria del libro primaveral -nada más feliz- salpicada de lluvia (nada más melancólico). Y es justamente esta dualidad inherente al ser humano la que defiende Wilson en su polémico ensayo.

"El ser humano es feliz e infeliz", conviene José María Ridao, quien ayer hizo la presentación del libro en la feria junto a los escritores Luis García Montero, José María Guelbenzu y Javier Pradera. "Sólo podemos considerarnos ciudadanos en la medida en que nos distanciemos de esa felicidad impuesta, falsa", agregó Ridao.

"Según una encuesta reciente del Pew Research Center, casi el 85% de los estadounidenses cree que son muy felices o, por lo menos, felices". Wilson menciona el culto a la belleza, la obsesión por acumular riquezas y las cómodas pastillas para la felicidad y se pregunta, casi con desespero, en la introducción de su ensayo: "¿Qué podemos hacer con esa obsesión por la felicidad, obsesión que podría conducir a la extinción súbita del impulso creativo?".

No es esta elegía a la melancolía de Wilson el discurso huraño del señor Scrooge, de Dickens, sino una voz rebelde contra la imposición deliberada de la idea de felicidad que la sociedad estadounidense se ha empeñado en acuñar y una reafirmación de la melancolía como motor de la creatividad.

Para Montero, "el estado de melancolía permite ser dueño de tu opinión y tu destino" y, sobre todo, "instalarse en el territorio incómodo de la conciencia individual". El mismo Wilson confiesa en su libro que, sólo cuando se tomó en serio su melancolía, "mi familia me conoció a fondo y desarrollamos una relación más estrecha".

El debate sobre la relevancia de la melancolía como motor creativo no es reciente. Jorge Luis Borges elogiaba con frecuencia el monumental libro de Robert Burton Anatomía de la melancolía, aparecido en 1921, que también han celebrado en su momento Samuel Beckett, Anthony Burgess y John Keats, quien compuso su famosa Oda a la melancolía.

Burton afirmaba que sólo son inmunes a la "bilis negra" los tontos y los estoicos. Tiempo después el genial Gustave Flaubert reformularía la idea con una frase más incisiva: "Ser estúpido, egoísta y estar bien de salud; he aquí las tres condiciones que se requieren para ser feliz. Pero, si os falta la primera, estáis perdidos".

En 1932, Aldous Huxley, en Un mundo feliz, adelantó un retrato de la sociedad contemporánea. Una sociedad sin problemas, con tecnología punta, producción en serie, prosperidad y paz a costa de los valores familiares, la cultura y los sentimientos. Algo parecido a la sociedad estadounidense que critica Wilson y a la cual pertenece el profesor. Wilson se pregunta: "¿Tiene la ignorancia que ver con la felicidad, la cual nos crea mundos planos, sin complejidades intelectuales?". Un cuestionamiento que Ray Bradbury hizo ya en 1953 en su Fahrenheit 451, en el que millones de libros eran quemados porque leer confundía la mente y causaba preocupaciones; por lo tanto, impedía que la gente fuera feliz.

El escritor José María Guelbenzu afirmó: "No hay protagonistas felices en la literatura porque la infelicidad genera conflicto dramático", y recordó las primeras líneas de Ana Karenina, de Tolstoi: "Todas las familias dichosas se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera". Con ella explicó que "instalarse en la infelicidad es imposible" y que conviene disfrutar de los momentos felices, aunque también "abrazar el éxtasis melancólico para hacer estallar la creatividad".

Wilson cierra su ensayo con una reflexión perturbadora: "Promover la sociedad de la felicidad absoluta es fabricar una cultura del miedo". Y remata con una invitación cálida: "Debemos encontrar el camino, por difícil que sea, para ser quienes somos, hosquedad incluida".

14 comentarios:

sonia f dijo...

Hay tristezas bonitas. No todas, evidentemente.

Otis Driftwood dijo...

Por ejemplo, los tangos, que me encantan, sobre todo si los interpreta el grupo español "Malevaje". En Argentina dicen que el tanto es "la alegría de estar triste".

mony penny dijo...

"No hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás sucedió"
Muy de tango eso de añorar lo que nunca jamás sucedió, añorar la añoranza en si misma

Otis Driftwood dijo...

Eso es de Sabina, ¿no? Me recuerda a la novela "La nieve del almirante" de Álvaro Mutis, en la que el protagonista se pregunta si nuestra verdadera vida no será la formada por todas las opciones que descartamos cuando tuvimos que elegir.

mony penny dijo...

Sí, pero yo siempre la recuerdo en versión de Adriana Varela.

urbenportales dijo...

Yo trabajo de creativo, y cuando me he encontrado "de bajón", por así llamarlo o incluso de mala ostia es cuando he hecho mis mejores curros.

Jamás me he fiado de la gente que dice ser siempre feliz y que pregona abrazos por doquier, tienen un lado oscuro como el compañero de trabajo de Mony, que viste de cuero y adora la disciplina inglesa.

urbenportales dijo...

Pero cuidado, que por estas teorías puede aparecer una nueva oleada de "emos".

Ala, me voy a hacer unas birrillas

sonia f dijo...

Emos no, por favor

Otis Driftwood dijo...

Los emos que se vayan a vivir todos con Tim Burton y su emomujer.

En efecto, Askerrit, yo siempre desconfié de Álvarez del Manzano no por su gobierno municipal, que también, sino por la permanente sonrisa de su fofa cara.

IVAN REGUERA dijo...

"Ser estúpido, egoísta y estar bien de salud; he aquí las tres condiciones que se requieren para ser feliz. Pero, si os falta la primera, estáis perdidos". ¡MADRE DE DIOS QUÉ FRASE!

ME APUNTO EL LIBRO YA.

Buen finde.

Anónimo dijo...

Comparto con Princesa lo de las tristezas bonitas. La saudade, por ejemplo, que viene a ser como un estado intermedio entre la tristeza y la melancolía. Lo explica muy bien Fernando Pessoa en El libro del desasosiego y, más recientemente, Enrique Vila Matas en un libro de relatos titulado Suicidios ejemplares. Vila Matas recurre a una imagen muy potente, que, según él, es habitual en Lisboa: el marinero retirado que todas las tardes se sienta a ver cómo cae el sol y deja que su vida se consuma lentamente, sin esperar ya nada, con sus recuerdos como único pan de cada día.

xiriflus dijo...

resumen:
tristeza bonita=saudade=morriña
felicidad continua=aborregamiento

xiriflus dijo...

Y este comentario especialmente para Otis.
En FNAC, el miércoles 23, a las 7 de la tarde, actuación en directo de MALEVAJE.
Por si aún no sabes donde es (es que he leído tu comentario en el blog de la princesa - sonrisa-)
C/ Guillem De Castro 9-11.

Anónimo dijo...

Your blog looks nice, even so it would be far better if you’ll be able to use lighter colors too as a professional design. This will make sure that a lot more readers come to check it out.Informative post by the way!

cheap cialis