viernes, 30 de mayo de 2008

Un cuento corto

Después del holocausto nuclear, la Humanidad regresa poco menos que a la edad de piedra. Los supervivientes se reúnen y comienzan a organizarse para poner en marcha la civilización. “A ver -dice un antiguo director de Recursos Humanos que, como tal, se cree investido de una autoridad especial-, que levanten la mano los que antes del desastre eran agricultores”. Y pone a quienes la levantan a cultivar los campos. Sucesivamente pregunta por pescadores, pastores, albañiles, médicos, químicos, policías, bomberos... y a todos ellos los reincorpora a sus antiguos oficios. Entonces me ve y me pregunta: “¿A qué te dedicabas tú?”. “Era consultor de Comunicación y Relaciones Públicas -respondo-. Asesoraba a empresas para posicionarlas en el mercado según la percepción que desearan o necesitaran en el mismo”. “Ah, muy bien -dice-. ¿Te importaría ponerte a un lado?”

jueves, 29 de mayo de 2008

¿A cuál de los dos reconocerías por la calle?

Curriculum del señor de la izquierda: doctor en Medicina y Cirugía, con estudios de posgrado en Epidemiología y Salud Pública; director del Centro de Investigación en Salud Internacional de Barcelona; jefe del Servicio de Medicina Tropical y Salud Internacional del Hospital Clínic; profesor de la Universidad de Barcelona; director científico del Centro de Investigación en Salud de Manhiça (Mozambique), donde, financiado por la Fundación de Bill Gates y la Agencia Española de Cooperación Internacional, lidera la investigación mundial contra la malaria, una enfermedad que mata a un niño cada 30 segundos en el África subsahariana; miembro del Consejo Asesor del Ministerio de Sanidad y Consumo; presidente del grupo de expertos en vacunas contra la malaria de la Organización Mundial de la Salud; consultor habitual de la Unión Europea, el Banco Mundial y otros organismos nacionales e internacionales; autor de más de 150 artículos de investigación; premio Balmis, Joan Oro y Ciutat de Barcelona; medalla de Oro de la Cruz Roja; Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad y doctor honoris causa por varias universidades. Su centro de Manhiça fue galardonado ayer, junto a otras organizaciones, con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.

Curriculum de la señora de la derecha: tuvo una hija con un torero.

miércoles, 28 de mayo de 2008

¿Se puede ser más falso?

Foto de elpais.es tomada ayer. No se aprecia bien si se están saludando o lanzándose el uno al cuello del otro para estrangularse. Por encima de otros motivos, como la derrota electoral, su previo ejercicio radical de la oposición, sus condicionantes mediáticos o el escaso carisma de Rajoy, la crisis del PP reside en su condición de partido tampax, que sirve (o servía) para todos: defensores y enemigos de las políticas sociales, centristas y franquistas, ateos y legionarios de Cristo, acatadores de la sentencia del 11-M y empeñados en socavarla, gays y homófobos, corruptos e incorruptos... Y respecto al PSOE, tres cuartos de lo mismo, aunque domeñado el batiburrillo por el sorprendente carisma zapateril. Qué bien le vendrían a España cinco grandes partidos de cobertura nacional: uno de centro, otro de centro-derecha, un tercero de centro-izquierda y, a la vera de estos dos últimos, uno de derechas y otro de izquierdas. Recaería en el electorado la labor de orientar ideologías y decidir pactos. Del puto sistema electoral y de la consiguiente y contradictoria presencia en el Parlamento estatal de partidos contrarios al Estado mejor no hablar, que se me reproduce la úlcera.

viernes, 23 de mayo de 2008

Señora baronesa, a sus pies

Conozco a mucha gente que no soporta a la baronesa Thyssen. La mujer es un poco friki, no lo niego. Leo en hola.com que, en tiempos, fue Miss Cataluña, Miss España y Miss Europa, quedó tercera en Miss Universo, se casó con un tal Lex Barker, “uno de los Tarzán más emblemáticos de la pantalla grande”, y, tras la muerte de éste, contrajo segundas nupcias con esa mezcla de comercial inmobiliario, chuloputas y vendedor de rolex falsos denominada Espartaco Santoni, que la introdujo en el mundillo de las películas de bajo presupuesto. Lo que vino después es de todos sabido: una tercera boda ¿por amor? con Heinrich von Thyssen, un hijo super-freak al que, de pequeño, regalaron un diccionario sin la T de trabajo y que viste las camisas y camisetas más horteras del sistema solar, una nuera tetona con la que se lleva a matar, una sonrisa permanente del tipo Joker de Batman, que hace sospechar de un cirujano plástico puesto de speed y que la obliga a hablar siempre entre dientes, y unas rocambolescas protestas contra los planes urbanísticos del alcalde de Madrid junto al Museo Thyssen, en las que llega a encadenarse a los árboles (foto superior) vestida con trajes que deben de costar lo que dos boscos y un goya juntos. En suma: un personaje que, así de primeras, causaría cierto repelús.

Ahora bien: soy capaz de batirme en duelo con quienquiera ose criticar a Doña Carmen en mi presencia. Para mí, al igual que ocurre con Su Majestad el Rey, su persona “es inviolable y no está sujeta a responsabilidad” (artículo 56.3 de la Constitución Española). Porque, gracias a la baronesa, el Thyssen está en España y no en otros países que, como Estados Unidos o Gran Bretaña, se ofrecieron en su momento para albergar tan excepcional colección de pintura.

Según leo en la propia web del museo, fueron muchos los motivos que pesaron en la decisión del amigo Heinrich de trasladar sus cuadros a Madrid, como el edificio ofrecido por el Estado español, su cercanía al Prado, las garantías de conservación de las obras, etc. Pero a mí que no me líen: fue su mujer la que debió de decirle algo así como “Heinrichito, la colección se queda en mi país por mis cohone”, y desde entonces disfrutamos aquí de centenares de lienzos de primerísimo nivel (que fueran adquiridos posteriormente por el Estado no resta mérito al asunto), entre ellos algunos de pintores que apenas podían admirarse antes en España y que se encuentran entre mis favoritos, como Munch, Schiele, Nolde o Hopper. Así que, por mí, como si a Doña Carmen le da por pasear en pelotas por la Castellana. Se corta el tráfico y se enmoqueta la calle para que no se le enfríen los pies. Yo seguiré colándome en el Thyssen con mi carnet de prensa todo-a-cien y deseando encontrarme con ella para ponerme, literal y metafóricamente, a sus pies.

lunes, 12 de mayo de 2008

Receta de hummus

Descubrí el hummus en Jordania, en un restaurante a pocos metros de la entrada de Petra. Mi mujer y yo estábamos recorriendo el país por nuestra cuenta. Todo resultaba muy barato porque apenas había turistas, acojonados por la violenta intifada y la consiguiente represión en el vecino Israel.

(Estas últimas frase, dichas así, quedan guay. Sobre todo para quien no sepa que recorrer Jordania por cuenta propia no tiene el menor mérito aventurero, dadas las buenas comunicaciones, lo pequeño del país y la seguridad mayoritariamente reinante en sus calles, y que, en cualquier lugar del mundo, un turista puede estar nadando en la piscina mientras en el edificio de al lado violan y torturan. En otras palabras, que la gente no deja de visitar Francia porque en España pongan bombas los hijoputas de ETA).

El caso es que llevo un día aburridísimo en el trabajo, pensando, por un lado, en qué escribir en el blog y, por otro, en una cita de Groucho Marx que leí el otro día (“Mejor permanecer callado y parecer tonto que decir algo y despejar la duda definitivamente”) y, como no se me ocurría nada trascendental, he optado por dejar constancia de esta fácil, rápida y sanísima receta que descubrí en internet entre otras complicadas en las que se trabajan más los garbanzos o se utilizan semillas de sésamo.

A saber: se mete en la batidora, trituradora o el aparato que uno tenga en casa para destrozar alimentos un bote de 500 gramos de garbanzos cocidos, previamente escurridos, un yogur natural, medio o un diente de ajo (al gusto de cada cual) y un chorrito de limón (ídem) y, cuando se obtiene una pasta blandurria, se deja enfriar ésta en la nevera para su posterior consumo por el españolísimo método de mojar pan (también quedaría muy guay añadir que tiene que ser pan de pita, pero es que da igual). Legumbres, lácteos, cítricos y ajo en un mismo plato por menos de dos euros.

lunes, 5 de mayo de 2008

Dos pruebas irrefutables de la inexistencia de Dios

A pocos kilómetros de una casa rural, se puede dejar el coche junto a la carretera y bajar andando por un camino de cabras -pero transitable, a trompicones, en coche- los aproximadamente 100 metros que la separan de un río. Nada más hacerlo, descubres que, entre los visitantes del paraje, son mayoría los que prefieren llegar con su vehículo hasta la misma orilla. No ves a nadie anciano o incapacitado para recorrer a pie ese puto centenar de metros. Piensas en la generalización de la idiotez, pero, aun así, te fijas en dos ejemplares concretos.

El primero baja la cuesta con las ventanillas abiertas y la música a toda hostia. Aparca a dos metros del río y, por indicación de un amigo tan idiota como él, deja puesta la música para que todos la compartamos. Y el cabrón no se queda sin batería. El segundo aparece con su flamante Audi, lleno de amigos cuarentones tan idiotas como él, se sube al tronco de un árbol inclinado sobre el río y se pone a pegar saltos, de tal forma que las ramas golpean a los árboles vecinos y de todos ellos se desprende un buen número de hojas. Y el cabrón no se cae al agua.